viernes, 11 de septiembre de 2009

P R O V O C A D O R E S

QUITO, 11 septiembre 2009.-

Cuando los afiebrados del bando opositor ensayan las más insólitas y nauseabundas armas politiqueras, inclusive el sabotaje económico para destruir a la víctima de sus ataques y si ninguna de esas armas da resultado, les entra la desesperación, se obnubilan, se enloquecen, pierden la racionalidad y se lanzan a la provocación más burda, temeraria, e ilimitada, porque el provocador no se sacia hasta no llegar a gestar un clímax incontrolable, un diluvio, una catástrofe.

Es el típico enfermo desquiciado, sembrador de vientos con el ansia de cosechar tempestades y mientras más violenta la tempestad, más estímulo para el desenfrenado provocador.

Así pasó en Venezuela cuando los aventureros locales, con ayuda de Bush y Aznar, dieron el fracasado golpe militar a Chávez que terminó restituido a la Presidencia, cuando masivamente el pueblo se movilizó en plazas y calles.

Así actuaron en Honduras y crearon una pústula (herida que no cicatriza) con el golpe contra Zelaya, inventando toda clase de mentiras y calumnias.

Cosa parecida sucedió en Bolivia cuando llegaron al borde de una guerra civil, aunque la provocación se frustró cuando la derecha y sus azuzadores internacionales constataron que la correlación de fuerzas era adversa a los violentos Prefectos separatistas involucrados en actos terroristas.

Así pasa en Estados Unidos donde hay fanáticos reaccionarios que ruegan a sus dioses la perversidad de que a Obama le salga un cáncer al cerebro por impulsar las reformas en el tema de salud.

Y, como es obvio, en el Ecuador hay una infame competencia para ver cuál de los enfermos opositores es el que mas insulta, mas arremete con máxima insolencia, la burla cobarde, la insinuación perversa, las calumnias descarnadas y, ante todo ello, los medios de comunicación acogiendo, aupando las provocaciones porque quieren llevar la sangre al río para ver si resulta alguna aventura golpista, abusando de la tolerancia democrática que impera en la Nación.

Basta que algún alienado vitupere al Presidente o alto funcionario, denuncie sin pruebas una presunta corrupción, para que se lo arranchen las pantallas y los micrófonos para hacerlos destilar el veneno y las suspicacias.

Caín habló de un círculo rosa para lesionar al Abogado de la Presidencia y un grupo de temerarios actores vivarachos, que se denominan Vivos, aprovecharon la apertura irresponsable de Teleamazonas para mostrar un sainete de supuestos homosexuales denigrando el honor de todos, incluyendo el de los televidentes, haciéndoles sentir vergüenza ajena.

Cualquier insolente, lesionado en el bolsillo, se siente con el derecho de desbordar el límite del más elemental respeto a la naturaleza humana.

Es la provocación del impotente, del derrotado, del frustrado, del amargado, que no soporta que un conglomerado haya impuesto en las urnas una nueva forma de gobernar.

Se atribuyen el derecho de desconocer la voluntad mayoritaria de un pueblo que de pronto se canse de tanta provocación.

Los terroristas mediáticos, haciendo causa común con los terroristas del paro, el palo y la piedra, no cejarán de provocar la ruptura de la paciencia.

Ese es aquí y en muchas latitudes el rol de los gallinazos provocadores.-


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