domingo, 17 de febrero de 2008

EDUCACION DE CALIDAD Y VALORES

Alfredo Vera.- Quito, 17 de febrero, 2008.- Subir los sueldos al magisterio anunciando que para futuros incrementos serán evaluados sus desempeños; incrementar 12 mil partidas docentes; terminar con la selección a dedo con carnet partidista de los aspirantes; abolir los rectorados eternos; invertir fuertes recursos en la rehabilitación física de planteles; distribuir textos y uniformes; son algunas buenas noticias para empezar a hablar de una educación de calidad.

Pero esta virtud llamada calidad, que vincula a la educación en los más altos niveles científicos y tecnológicos de la pedagogía, demanda un complemento que se vuelve imperativo, cuando la sociedad ecuatoriana, como la de muchos otros países, está carcomida, casi en estado de putrefacción, por la presencia de tres vicios degenerativos: la corrupción, la violencia, y el individualismo, disolvente de la sociedad.

Si desde la escuela inicial no se educa en valores, la niñez crecerá creyendo que lo “normal” es utilizar los antivalores: el soborno, el chantaje, la coima, el hurto, la sapada, la viveza criolla, como “solución” a las dificultades que se cruzan por el camino.

Estos antivalores puede recibirlos la niñez en su propio hogar, en el vecindario y el barrio y, en la propia escuela, lo que es muchísimo más grave.

En la escuela el niñ@ hace su primer contacto serio con el mundo social y convierte, en su tierna sensibilidad e imaginación, a su profesor en un referente para toda su vida y a veces hasta se enamora o lo reemplaza en su afecto con uno de sus padres.

Cuando el profesor lo obliga a memorizar, cuando lo califica injustamente, cuando le pide una botella de trago para arreglarle una calificación, cuando ejerce cualquier tipo de chantaje, cuando morbosamente toquetea a la criatura o llega hasta la criminal estulticia de intentar o lograr violarla, ha sembrado una huella indeleble, eterna, atrofiante y perversa en el alma de esa criatura y de sus compañerit@s que se enteran del delito.

También pensará que la violencia, la agresividad, la intolerancia es la solución a toda controversia y que se le puede liquidar a golpes, con sangre, con muerte.

Y si no inculcamos, junto con le ética y la honestidad, la cultura de paz y la solidaridad, casi de nada servirá la calidad.

El ideal para un buen desarrollo inteligente y productivo, equitativo y justo de la sociedad, se fundamenta en que la niñez reciba una educación fiscal de calidad y en valores y ello depende de que tenga buenos profesores, docentes con título profesional, que ingresen al magisterio por méritos y no por influencias partidistas, con permanente superación científica y tecnológica para impartir calidad a los educandos y capaces de predicar con el ejemplo los valores de la ética, el respeto a los derechos humanos, el amor a la paz y aquella formidable y única sensibilidad que engrandece al ser humano que es la solidaridad.-

Autorizada su reproducción

1 comentario:

Carla Almeida y María Helena Landázuri dijo...

•Excelente artículo. Estoy completamente de acuerdo con lo expuesto.