domingo, 1 de junio de 2008

DESVIACION OBAMISTA

Quito, Junio 1, 2008.- Mi biotipo de piel morena y pelo sambo, que me viene de mi abuelo, Alfredo Raymundo y compartieron en vida mi tío Manuel, mi hermano Mario (ambos conocidos como “negros” Vera) y hoy comparten mi hija Yashila y mi nieta Adriana, debe ser uno de los resortes que me hizo adherir sicológicamente a Barak Obama, cuando salió a la palestra presidencial y se lo sintió vehemente, triunfador, frontal, convocando al cambio, desafiando algunos tabús ancestrales de la sociedad norteamericana.

A medida que avanzaba la contienda demócrata, Obama se granjeaba la simpatía de quienes disfrutábamos del desafío que se planteaba contra los racistas, y contra los prepotentes cowboys machistas, por parte de Hillary, dos de las brutales aberraciones que afectan al pueblo norteamericano. Y, decíamos: con cualquiera de los dos candidatos, el sistema de ese país sufrirá un importante cambio de conducta interna, y lo seguimos creyendo y disfrutando al imaginar las rostros de los ku-kux-klan, aunque nada más cambie significativamente y sigan ellos pretendiendo ser los amos del mundo a sangre y fuego.
Por joven, por negro y por vocación de cambio, parece que en todo nuestro continente mestizo se generó una suerte de inclinación de preferencia hacia Obama porque la Hillary está vinculada a Bill, su libertino marido, que a su vez, como Bush, pero con menos brutalidad pero igual injusticia, bombardeó en Sudán un supuesto arsenal de armas químicas que resultó ser una fábrica de medicinas y con Al Gore como vicepresidente, hoy Premio de la Paz, Estados Unidos puso en marcha operaciones militares en Haití, Somalia, Afganistán, Yugoslavia
Pero si Obama hablaba de cambios, esperábamos que en algo se estuviese refiriendo a esa política guerrerista, criminal, agresiva y obsesiva que consolidó el genocida de Bush y que en nuestra América la fomentó con Colombia y su Plan de extender el conflicto a los países vecinos.
Y nos equivocamos dramáticamente, porque las únicas referencias que hasta hoy hizo Obama hacia América Latina fueron para referirse, con el mismo torpe empecinamiento de 50 años de histeria y de historia, contra Cuba y ahora contra Ecuador.
Resultó, por interés electorero o por lamentable ignorancia, que, como Bush, Obama es partidario de hablar sandeces para ahogar al pueblo cubano y auspiciar la “guerra preventiva” de Colombia, al punto de aplaudir la violación armada al suelo ecuatoriano con el inadmisible pretexto de que debían asesinar a mansalva a guerrilleros y civiles colombianos, sin informar, ni pedir perdón, ni mostrar arrepentimiento alguno frente al Gobierno y pueblo del Ecuador.
Y lo más repugnante es que Obama lo haga en la sede de la mafia de gusanos apátridas que dan auspicio, cobijo y protección a los grupos terroristas que derribaron un avión cubano con 80 pasajeros, bombardearon hoteles en La Habana y desataron las guerras bacteriológicas a su traicionada patria a la que ocasionaron millonarios perjuicios.
Es lamentable que para comprar la presidencia, con la ayuda también de criminales mafias políticas y financieras transnacionales, Obama haya sufrido tan grotesca desviación, renegando de su discurso y hasta de su propia piel, color compartido con orgullo por tantos latinoamericanos.-

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