domingo, 15 de marzo de 2009

B I L I N G Ü E

Alfredo Vera* Quito 15 de Marzo 2009

Tuve el privilegio y la oportunidad de conocer a fondo el tema importante de la educación discriminada, de poco nivel pedagógico, impositiva y racista que se daba para los pueblos ancestrales que habían mantenido como la más eficiente, quizás la única, arma o herramienta de resistencia: su lengua materna.

También fui protagonista para la búsqueda de acciones para tomar al toro por los cuernos en una materia postergada por decenios

Apenas fui designado por Rodrigo Borja su Ministro de Educación, me visitó un educador indígena, Luis Montaluisa con varios de sus compañeros y me instruyeron sobre el drama que reflejaba ese importante segmento de la marginalidad.

Si, como dijo José Martí, hay que “ser cultos para ser libres”, es obvio que la esclavitud directa o disfrazada de los indígenas se mantuvo aparejada a la pésima y discriminante educación secuestrada por el MPD (situación que no es sólo para los indígenas, pero con ellos fue peor).

Con la entusiasta aprobación del Presidente Borja, la ayuda de un gran promotor, Alfonso Calderón Cevallos y la de Montaluisa, nos lanzamos a la oficialización de la educación que se denominó intercultural bilingüe y afrontamos con mucha responsabilidad una tarea que nació con enorme ímpetu, tratando de hacer la justicia que por tanta historia se las habían negado.

Desde el inicio de su funcionamiento surgieron conflictos por la multiplicidad de organizaciones que reclamaban la representatividad de las comunidades indígenas, desde algunos avivatos que se proclamaban ”gerentes propietarios” de una o varias de ellas, hasta los que sinceramente luchaban por esta reivindicación; y pronto se fueron organizando, aunque se pusieron de relieve dos tendencias: las estructuras que de verdad tenían una enorme vocación pedagógica y se enamoraron de la tarea educacional con sacrificio y amor a la causa y la otra, inevitable, donde se ubicaron los oportunistas, los acomodaticios y los que pretendían utilizar politiqueramente a docentes, padres y alumnos, al clásico estilo del MPD, pero en indígenas.

Se les hizo ver a todos ellos del peligro de que se destruya lo realizado si ellos no se unificaban y mucho se logró: fue la época de mayor fortaleza de ese movimiento indígena, inclusive con un sesgo de dudosa reciprocidad, pues no debe olvidarse que fue cuando se realizó el primer levantamiento, no contra el régimen de Borja, pero sí se convirtió en un trago amargo.

En la medida en que alguna parte de la dirigencia del movimiento indígena se dividió, en la época de Lucio Gutiérrez, se desató en ambiciones, se corrompió y se lanzó al abismo de la politiquería, traicionando y pervirtiendo hasta su propia naturaleza, como era obvio, arrastraron a ese juego a un segmento de la educación bilingüe.

Al inicio, cuando predominaba el amor a la causa, nosotros mismos y a conciencia le gestamos una legislación que otorgara autonomía a los propios indígenas hasta para designar las autoridades de los planteles, pero más tarde cayeron en una batalla soterrada de intereses cruzados y cada uno era dueño de hacer lo que quería, generando un desorden incontrolable.

El daño que hacía este descontrol a la calidad de la educación bilingüe es palpable pues han pasado 20 años de esa historia y los resultados son con evidencia cuestionables y lamentables.

Como coautor, cómplice y encubridor de esa utopía redentora, que muchos dirigentes y comunidades indígenas reconocen y agradecen, debo coincidir en la necesidad, que muchos de ellos mismos proclaman; hace falta reestructurar ese subsistema y salvarlo de la voracidad de los politiqueros que ahora tomarán este tema como otro caballo de batalla para jugar a la oposición.

Todo dependerá de los propios indígenas que deben asumir para encausar su propio destino.-

NOTA. Expreso mi pesar por el fallecimiento del amigo Dr. CAMILO MENA MENA, además MIEMBRO DE HONOR de la FUNDACION GUAYASAMIN.

Autorizada su reproducción

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