domingo, 7 de junio de 2009

LOS INTOCABLES

Alfredo Vera* Quito, junio 7 2009

Con el corazón afligido (por el aniversario, el día 4, del asesinato de Antonio José de Sucre) e insuflado de alfarismo revolucionario (5 de Junio), por lo que significa voluntad de lucha para tratar de seguir las enseñanzas del Mariscal de Ayacucho y del “General de las Derrotas” que jamás envainaron la espada aunque sus adversarios creyeran que saboreaban el manjar de la victoria, retomo el asunto de la “libertad de prensa”.

El adversario a la Revolución Ciudadana es poderoso, implacable, perverso, como que representa muchas facetas que se confabulan, aunque no todos participen simultáneamente, pero coinciden en la identidad retrograda, neoliberal, privatizadora, curuchupa, privilegiada, en suma, pelucona y contrarrevolucionaria.

El panico ante la certeza de que van perdiendo sus privilegios y que los pasos revolucionarios que va dando la ciudadania son en serio, los desespera y tienen que agarrarse de cualquier anillo, aunque no les entre en el dedo regordete, para darle como a bombo en la fiesta de la vida. Y que es, entre otros, el tema del monitoreo en el que pretenden asignarme un rol infamante a través de una mentira desinformante.

Los pelucones, que inventaron el “sigilo bancario” para que nadie sepa cuánto tienen en sus cuentas, con dineros bien o mal habidos, en el ambito periodistico inventaron la “confidencialidad de la fuente” para no tener que decir de dónde sacaron las mentiras y las calumnias con las que danan la honra ajena. Y si la victima quiere defenderse, ellos, so pretexto del espiritu de cuerpo, le cierran todas las posibilidades de hacerlo.

En todos los paises del mundo civilizado existen leyes que garantizan la honra de las personas (naturales o juridicas, entre estas, las gubernamentales y de sectores sociales) cuando los medios publicitan ofensas, ataques, difamaciones, desinformaciones.

Como los pistoleros de Chicago en las épocas de la prohibición alcohólica, ahora también existen unos “intocables” que se presumen por encima de las normas éticas, de la convivencia civilizada y de la ley.

Desde que muchos de los medios de comunicación perdieron la identidad propia e intrínseca de órganos de prensa (escrita, hablada o visual) para transformarse en simples empresas comerciales, donde lo primordial ya no es informar sino defender sus intereses, personales y de argolla, entonces simultáneamente la “libertad de prensa” se convirtió en “libertad de empresa”, que son aspectos de una realidad que tienen diferencias profundas.

Esas empresas siguen difundiendo noticias, comunicando sucesos, narrando acontecimientos, pero cuidan muy bien de que la información, en modo alguno, pueda vulnerar sus intereses que no necesariamente coinciden con los intereses de las grandes mayorías: pero no siempre están informando sino que, a su conveniencia, están desinformando.

Muchos empresarios y actores políticos, disfrazados de periodistas, han convertido a sus empresas de comunicación en trincheras para sabotear el proceso que ha recibido reiteradamente la valoración de respaldo de las mayorías del pueblo, como destino escogido por ese pueblo.

Su pretendida libertad para desinformar no puede ni debe burlar la ética (que es un juicio de valor), peor la Constitución y sus leyes, (que son resultado de la más genuina voluntad de un pueblo).

Ellos no pueden pretender seguir siendo “los intocables”.-


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