domingo, 30 de agosto de 2009

S O M B R A S

QUITO, agosto 23 2009

Casi todos los medios de prensa porcina, con entusiasmo enfermizo, han abierto la semana anterior sus páginas y micrófonos al dictócrata Lucio para que invada, con su audacia, el panorama politiquero, con una adefesiosa estrategia de oponerse a la Revolución Ciudadana a través de un “gabinete a la sombra”.

El pobre no pudo nunca mostrar un gabinete capaz, a la luz del día, de modo que si lo hace ahora en las tinieblas, en la penumbra de la incompetencia, su ridiculez no trascenderá y se disolverá como otras pompas de jabón de las que vienen ensayando los grupúsculos de la oposición que, como dije en el articulo anterior, siguen con lealtad indetenible su adhesión al bolero que canta Julio Jaramillo “de fracaso en fracaso”.

Sombrío gabinete acorde a un sombrío remedo de Presidente, mentiroso, que no tuvo la hombría de intentar nada que no sea enriquecerse, pues ni siquiera llegó al esfuerzo de arriesgar algo de su lóbrega vida como para que lo acerque a la muerte.

Salió despavorido por los techos de Carondelet a treparse en el helicóptero pues jamás cumpliría su falaz arenga de que moriría en el intento: ¿En el intento de qué? ¿De traicionar a quienes creyeron en su oscuro discurso?

Temblando de miedo ante la ira popular viajó en ese helicóptero hasta el aeropuerto Mariscal Sucre para buscar un avion y, otra vez, vuelve a fallar en el intento no de morir sino de huir, al ponerse al borde de que lo atrapen los quiteños en la pista aérea, gateando entre las agarraderas del mismo helicóptero, rogando a la virgencita linda porque no vaya a fallar la nave salvadora que otra vez, la segunda, lo rescataría de los forajidos que no solo querían escupirlo, latiguearlo, hortigarlo, sino a lo mejor hasta darle la oportunidad de que juegue al heroísmo a la sombra de la ira popular.
¿Sí lo recuerdan?

Mediocre remedo de líder que no supo ni pudo aprenderse el libreto y terminó haciendo el ridículo para reaparecer en la escena, ahora derrotado en las urnas, sin la más minima opción, puesto que el pueblo adversario, en hecho inédito en la historia nacional, lo aplastaba en una sola vuelta, aunque recibiera el voto pelucón que lo apoyó aunque lo despreciaran.

Y, en lugar de asimilar el castigo con una pizca de dignidad, aparece entre las sombras, acompañado de otros sombríos personajes, a jugar al opositor, al crítico, al fiscalizador.

No hizo el intento de gobernar, tampoco tuvo agallas para resistir y ahora no tiene vergüenza de emerger como líder de los pelucones, a poner su audacia como protector de los que están perdiendo sus privilegios, la oportunidad de seguir en el enriquecimiento ilícito, en la manipulación de la justicia, en el pisoteo de la soberanía, defendiendo la guerra preventiva de Uribe, como si esta no fuera su patria, listo a dar su linda cara para defender a los que tanto lo despreciaron.

Sombrío gabinete en la sombra, reunión de depredadores del medio ambiente, que sólo cosecharon indiferencia de una población dispuesta a no dejarse arrebatar lo único que no pudieron robarle: la esperanza.

Gutiérrez, vocero de la sombra, tiene atrás, en la obscuridad completa hacia el público, la poderosa y sombría fuerza de la ultra derecha financiera, que ordena: denle pantalla, micrófono y papel impreso, a ver si esta tontería cuaja.

Los periodiqueros, “de casualidad”, coinciden y lo aupan en gajo para ver si de verdad despliega alguna capacidad de conducción y a diario lo llevan a comparecer en los medios como que estuvieran esperando un milagro: el de la resurrección.

Pero este ni de milagro resucita: porque todo lo que tiene en la memoria es negativo; porque desde que triunfó con la izquierda para irse de farra con la derecha, perdió autoridad, de la moral y de la otra; porque va en contra de la corriente haciendo sentir vergüenza ajena a los propios entrevistadores, sobre todo cuando saca a flote su servilismo frente a las consignas usa-colombianas a favor de la “guerra preventiva”, hablando absurdos sobre un supuesto “terrorismo” que dizque existe en el Ecuador, cosa que no se la cree ni ese frasquito lleno de concentrado de veneno, que se llama Jorge Ortiz.-

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