sábado, 21 de noviembre de 2009

M A N I P U L E O

QUITO 21 noviembre 2009

Las más grandes momias periodiqueras, manipuladoras de la verdad y de las honras ajenas, hoy están en su papayal porque la revolución ciudadana ha cometido el brutal sacrilegio al pretender que haya un sector de la sociedad que tenga el privilegio de no rendir cuentas a nadie.

Ese es el meollo de todo el cacareo en torno a la ya bautizada por ellos “ley mordaza” (con esparadrapo incluido), chillido histérico que desborda todo límite de utilización porque así es el miedo de que se expida una ley, para que las empresas de medios de comunicación TAMBIEN, como el resto de empresas, actividades y personas naturales y jurídicas actúen bajo de una ley que las regule y les de normas de conducta.

Para descalificar la próxima ley, que ni siquiera está expedida, le denominan “represiva” porque, como toda ley (que permite, manda y prohíbe, según los expertos) va a limitar la orgía libertina que desde siempre han disfrutado, como dueños absolutos de su verdad y de toda la calle, sin que haya poder alguno que pueda ponerlos en vereda.

En tres años de iniciado el proceso de cambio no se ha dado ningún conflicto que pueda calificarse de abuso de poder del Presidente: una vez lo botó de una reunión por insolente al renegado genético, Emilio Palacio (su gran padre fue el escultor Alfredo Palacio, miembro del Comité Central del Partido Comunista, que debe revolverse en su tumba, porque se puede ser negado, pero que sea renegado por convertirse en sirviente de los enemigos de su padre, es traición); otra vez, el Presidente recordó el calificativo del Primer Ministro inglés que calificó a ciertos periodistas como “bestias salvajes”; varias veces, en respuesta a un arsenal de insultos y agresiones, calificó de “pitufos” (enanos) mediocres y calumniadores a Carlos Vera y Jorge Ortiz.

No son antecedentes que justifiquen el pánico a los medios comerciales, dueños de verdades y honras ajenas, para manipular esto de la ley con tanta desvergüenza que evidencia la conversión de antiguos periodistas a activistas politiqueros, sustitutos de los traficantes ideológicos bautizados de “partidocracia”.

Soy testigo de cargo de cómo “El Universo”, “El Comercio” y “Hoy”, cuando como Secretario de Transparencia, afectado por una información calumniosa en que me endilgaron una acción que no había cometido, quise aclarar con documentos la falsedad y, ni pagando el remitido me dieron derecho a la defensa.

Ahora, en gigantescos remitidos, hablan de autocontrolarse para oponerse a que haya ley y piden que se respete su historia, su honor, su derecho y todo lo que ellos les han negado a quienes sí son “independientes” de bastardos intereses.

Autorizada su reproducción

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