sábado, 7 de noviembre de 2009

MASOQUISMO

Desde la última insurgencia general popular, conocida como “La Gloriosa” del 28 de Mayo de 1944, la mayoría de los ecuatorianos de clase media alta, con mentalidad de cangrejos (que caminamos para atrás), salvo las ejemplares expulsiones de Bucarám y Gutiérrez, hemos ido perdiendo como sociedad los arrestos, hemos ido asumiendo la mentalidad de los alcurniosos pelucones, que tienen un amplio colchón de una buena parte de los grupos arribistas, acomodaticios, timoratos, aquellos que preconizan “el cambio ajeno es bueno, pero el mío ¡nones¡”; que se acostumbraron a sobrevivir llenos de miedos y temores por lo que vendrá y no por lo que ya vino, aquellos que se dejan manipular por los pájaros agoreros y que creen todo lo que publica la prensa que baila al ritmo que conviene a sus intereses, aquellos que se dejaron destruir o robar la esperanza.

Felizmente las áreas populares no caen en el masoquismo de torturarse porque vino la crisis mundial, ella trajo el desajuste financiero, se disminuyeron las remesas, se provocó el incremento del desempleo y todas sus secuelas.

La prensa politizada que representa los intereses de los pelucones derrotados, mastican a diario su amargura y son expertos en encontrar la quinta pata del gato, para llenarse de odio y tratar de envenenar a sus consumidores, para ver si convierten en protesta ciudadana, aquello que en otros países sucede de igual o peor manera.

En las entrevistas de televisión y radio de las emisoras politizadas, sus dueños ya ni disimulan para aparecer como equilibrados supuestamente imparciales, e invitan mayoritaria o unánimemente a los residuos de la partidocracia que desahogan su amargura por haber sido derrotados sucesivamente: se auto flagelan, se remuerden, practican el onanismo mental, hablan desde la revocatoria del mandato presidencial hasta reproducir el camino hondureño golpista.

Y, claro, la culpa de los males no la tienen ellos como grupos de presión, ni los recientes gobiernos de los que fueron obsecuentes servidores, ni la indisciplina social que ellos practican y promueven, ni los actos de corrupción que los enriquecieron, ni las impunidades que ellos gestaron y convierten en líderes a quien cobraba la entrada a sus fiestas cumpleañeras para comprarse un yate o quien consiguió millonarios ilícitos contratos traficando la influencia de ser hermano mayor del Presidente.

Arrastran a ese masoquismo de amargura, a los que quieren o se dejan atrapar por esa debilidad propia de las mentes timoratas y blandengues.

Felizmente quienes empujan el carro de la Revolución Ciudadana son pueblo, que en la batalla por la sobre vivencia diaria, aprendieron a luchar y a vencer, porque llevan en sus genes la consigna alfarista de que vale más morir de pie que vivir arrodillados.-

Autorizada su reproducción

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