Quito, Noviembre 2007.-
Como es tradicional, en cuanto se propone una reforma educativa para mejorar la calidad de la enseñanza, los dirigentes de la UNE-MPD asumen una posición beligerante, amenazante, propia de los Contreras, para echar abajo, y frustrar cualquier pequeña o grande mejoría, no importa el tamaño, lo que importa es oponerse, no vaya a ser que de repente pierdan algo del control que ejercen sobre el sistema educacional al que lo tienen secuestrado.
¿Se pueden oponer a que después de diez años (la década robada) Correa, con el Ministro Vallejo, decidan la creación de 12 mil partidas libres de tutelaje para nuevos docentes, que tanta falta hacen a la educación?
Claro que no: a lo que se oponen es al condumio de esa creación, porque ya no será requisito obligatorio, tener el carnet de afiliación al MPD, sino que se deben tener méritos pedagógicos, conocimientos científicos, cualidades para enseñar, y demostrarlos no con un título que puede ser obtenido legítimamente pero también puede ser comprado u obtenido por mecanismos de chantaje o amenazas que son públicamente conocidos como prácticas en algunas Facultades de Ciencias de la Educación.
Les parece a ellos un sacrilegio, una herejía, un atentado que a partir de éste decreto por el que se crean las 12 mil partidas libres, ya no sea el aparato de la UNE-MPD el que decida a quien se le da o no un cupo de trabajo, y que se designe una comisión calificadora donde ellos tengan uno de los cinco delegados y todavía elegido por asamblea a la que pueden asistir personas que no se dejen presionar ni por la catequización, ni por la amenaza, ni por el soborno, ni por el chantaje, armas en las que ellos sí son maestros.
Esa ciudadanía que le otorgó a Correa un tan abultado respaldo en las últimas elecciones, tendrá que ser consecuente con el pensamiento alfarista de que si no hay una revolución en la educación no será posible la revolución ciudadana por la que votaron en las urnas, y decirles ¡basta! a los que ya se aprestan a provocar con marchas y paros la paciencia nacional, según lo aprecia este amigo de ustedes.-
Como es tradicional, en cuanto se propone una reforma educativa para mejorar la calidad de la enseñanza, los dirigentes de la UNE-MPD asumen una posición beligerante, amenazante, propia de los Contreras, para echar abajo, y frustrar cualquier pequeña o grande mejoría, no importa el tamaño, lo que importa es oponerse, no vaya a ser que de repente pierdan algo del control que ejercen sobre el sistema educacional al que lo tienen secuestrado.
¿Se pueden oponer a que después de diez años (la década robada) Correa, con el Ministro Vallejo, decidan la creación de 12 mil partidas libres de tutelaje para nuevos docentes, que tanta falta hacen a la educación?
Claro que no: a lo que se oponen es al condumio de esa creación, porque ya no será requisito obligatorio, tener el carnet de afiliación al MPD, sino que se deben tener méritos pedagógicos, conocimientos científicos, cualidades para enseñar, y demostrarlos no con un título que puede ser obtenido legítimamente pero también puede ser comprado u obtenido por mecanismos de chantaje o amenazas que son públicamente conocidos como prácticas en algunas Facultades de Ciencias de la Educación.
Les parece a ellos un sacrilegio, una herejía, un atentado que a partir de éste decreto por el que se crean las 12 mil partidas libres, ya no sea el aparato de la UNE-MPD el que decida a quien se le da o no un cupo de trabajo, y que se designe una comisión calificadora donde ellos tengan uno de los cinco delegados y todavía elegido por asamblea a la que pueden asistir personas que no se dejen presionar ni por la catequización, ni por la amenaza, ni por el soborno, ni por el chantaje, armas en las que ellos sí son maestros.
Esa ciudadanía que le otorgó a Correa un tan abultado respaldo en las últimas elecciones, tendrá que ser consecuente con el pensamiento alfarista de que si no hay una revolución en la educación no será posible la revolución ciudadana por la que votaron en las urnas, y decirles ¡basta! a los que ya se aprestan a provocar con marchas y paros la paciencia nacional, según lo aprecia este amigo de ustedes.-
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