miércoles, 21 de noviembre de 2007

LISTAS Y LISTOS

Quito, 24 de Junio 2007.-

Un record de apertura participativa va a enfrentar el elector para designar los 130 asambleístas encargados de hacer la Constitución del Ecuador que regirá la vida de la llamada “revolución ciudadana” que viene proclamándose, como materialización del cambio demandado por acumulación de frustraciones desde que triunfó la Revolución Cubana.

La historia debe recordar que el periodista Juan sin Cielo acuñó una frase con la que terminaba, por meses enteros, sus artículos diarios en El Universo; “!Ay. Fidel, ¿por qué tardas tanto?¡”, época en que Benjamín Carrión proclama que América demanda su Segunda Independencia y en las calles de Quito y Guayaquil, amplias masas de jóvenes marchan al grito de “!Cuba sí, yanquis no¡”, como parte de una marea que se desparrama por toda América Latina.

De frustración en frustración, en varios recambios generacionales, muchos siguen pensando que la única solución para cortar de raíz las injusticias e inequidades, es que surja una revolución, ya no armada como la cubana o la sandinista, sino como la que quiso hacer en Chile Salvador Allende y no lo dejaron la derecha oligárquica, su gran prensa, los insaciables mercaderes y los militares golpistas, todos bajo el patrocinio de los Estados Unidos.

Por toda América recorre un ansia revolucionaria de cambio y los científicos sociales atribuyen a este factor, real y objetivo, para que se hayan producido en cadena (Venezuela, Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y Ecuador) regímenes que, en más o en menos y con propios matices, proclamen la extinción de la “larga noche del neoliberalismo”, como proclama Correa, y muchos de esos gobiernos se orienten a la implantación de un socialismo que, si es del Siglo XXI, no cabe la menor duda que es hijo del Socialismo del Siglo XX, donde refulge y brilla, por ya casi 50 años, la pequeña isla de Cuba, sobreviviente al bloqueo y guerra no declarada por los Estados Unidos.

En estos 50 años los grupos sociales y partidos políticos, hasta los conservadores y neoliberales, hablan de cambios y aún de revoluciones: si últimamente no han eliminado esto, en el Ideario de Izquierda Democrática se afirma que es un partido revolucionario.

En la época actual las revoluciones no se hacen con armas sino con papeles, con votos, que se materializan en el respaldo a las listas para asambleístas, en las que hay infiltrados no pocos listos, contrarrevolucionarios, quinta columnas, que creen en supuestos “cambios”: aquellos que permitan mantener privilegios (ellos llaman “conquistas”) permitidos por el libertinaje seudo democrático, como la impunidad, el enriquecimiento ilícito, el peculado, los lleves o sobreprecios, los atracos, la marginalidad, la exclusión, el fraude, la destrucción de la educación, de la salud, de la esperanza.

En las listas hay de todo, aunque se olvidaron de dar valor a los intelectuales, a los científicos, a los creadores de arte, a los escritores, como que pertenecen a una rama inferior de la ciudadanía, que prefiere otras escalas del qué hacer humano, aquellos que tienen pantallazos.
Hay que mirar a fondo las listas para identificar a los listos: batracios y camaleones, devoradores de ilusiones.-

No hay comentarios: