miércoles, 21 de noviembre de 2007

OPCION POR EL CAMBIO

Quito, Dic. 10, 2006.-

Vuelvo a este espacio cibernético, luego de la ausencia motivada por mi participación en La Habana, en el homenaje por los 80 años de Fidel.

En ese intermedio, el pueblo ecuatoriano, con lucidez y dignidad, escogió la opción por el cambio.

Un Compromiso que involucra a todos: desde el binomio triunfador, Correa-Moreno, hasta al más modesto de los ecuatorianos, incluyendo a quienes, por diversas razones, nunca apoyarán los cambios y se opondrán a ellos.

La cantidad y la intensidad de esos cambios van a depender, también, de todos nosotros.

El escenario para esos cambios será el reflejo de la multiculturalidad de una frustrada sociedad que los ansía con vehemencia, que aspira conduzcan al país a un nivel de justicia, equidad, honestidad, democracia y participación, tantas veces ofrecidos.

Los cambios no llueven. Ni crecen por generación espontánea: Hay que planificarlos y hay que definir cómo hacerlos.

Pero, lo más importante, es ejecutarlos con participación de grupos humanos y personas que tengan mística, voluntad política y convicción ética, para realizarlos.

Las circunstancias particulares de la hora actual ubica como protagonista a Rafael Correa: un Presidente que no pertenece a una fuerza política, que carece de bloque legislativo y, lógicamente, no tiene equipo humano organizado.

Es él y su fuerte liderazgo, difuso en la inmensa masa humana que le dio el triunfo, pero que no está organizada.

A diferencia de quienes nunca apoyarán los cambios: genéricamente, la poderosa oligarquía, integrada por los núcleos que la dirigen o la obedecen: monopolistas empresariales, banqueros, financistas, dueños de medios de comunicación, cúpulas de diversos sectores y todos los que usufructúan los beneficios del manejo de opulentas fortunas y los testaferros que reciben grandes y pequeñas migajas.

La correlación de fuerzas es al momento cualitativamente desigual: ese 10% de oligarcas tiene mayor capacidad de lucha que el 90% de pobres, asalariados esquilmados, de parientes de migrantes, de vendedores ambulantes, de clase media pauperada, desparramada, desorganizada y sin conciencia aún para unirse y asumir su rol participativo.
Lo urgente está en que la cantidad cambie la calidad.-

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