miércoles, 21 de noviembre de 2007

APLANADORAS

Quito, 28 de Octubre, 2007.-
Así es como la vida da vueltas, al igual que el rodillo de la máquina de triturar: En la Asamblea Constitucional pasada, en la que representé a Pichincha, nos correspondió, junto a un pequeño grupito de asambleístas progresistas, bautizar, denunciar y combatir, a una mayoría arrolladora a la que designamos "aplanadora" para graficar el manejo que hacían los demócratas populares y socialcristianos, para imponer su modelo neoliberal; y hoy toca mirar con optimismo la nueva aplanadora de la mayoría de asambleístas electos que respaldan las tesis de cambio que impulsa el presidente Rafael Correa, bajo la nominación de revolución ciudadana.

Y es cuando se debe demostrar, una vez más, la importancia del recurso humano, para afirmar que no es la máquina (en este caso la aplanadora) la buena o la mala, sino los conductores que la manejan, para saber si quieren machacar sobre el mismo terreno, es decir, lo mismo de lo mismo; si quieren retroceder, para volver al oprobioso pasado neoliberal; o si, como sufragó el 80% de la población nacional, se demanda un cambio y se hace avanzar a la aplanadora hacia un nuevo y esperanzador futuro,

La aplanadora neoliberal impuso irracionalmente, sin mayor debate, aquello que le interesaba para consolidar el poder económico de los pelucones, de las transnacionales y de la embajada norteamericana: La Constitución actual alcanzó a nacer con cáncer congénito, porque nunca gozó de autonomía, independencia y soberanía frente al poder económico representado por los partidos políticos de la derecha (partidocracia).

Si bien la nueva Constitución recogió, en su parte dogmática, algunas de las antiguas aspiraciones de sectores populares y comunidades, los neoliberales supervisaron que no se permita introducir cambios que eviten que las instituciones llamadas a aplicar las leyes y los proyectos de desarrollo, se traten fuera del alcance de su perverso control.

La aplanadora de la revolución ciudadana, de principio debería tener dos cometidos: el primero, aplastar, triturar, convertir en polvo las viejas piedras estructurales de los corruptos privilegios de que gozan las argollas económicas; el segundo, poner las bases para que los principios de justicia y equidad social, que consten en el texto, no se conviertan a futuro en letra muerta, en letra burlada, en letra escamoteada.

Esta aplanadora debe escuchar y debatir hasta el cansancio los principios políticos e ideológicos conque se quiere construir el futuro. Pero debe tener mucho cuidado de no caer en la trampa perversa del llamado consenso, porque es la forma de llevar a la mediocridad las buenas intenciones que, dicen, es el pavimento del camino al infierno.

Que no sea el cacareado consenso, palabreja predilecta de los derrotados, el punto medio entre una idea positiva, revolucionaria, ciudadana y una idea retrógrada, neoliberal.

Que no suceda lo que pasa con la estadística cuando mide lo que come un pelucón (1 pollo) y lo que come un cholo (un pan con una cola) y establece como verdad científica que entre los dos ciudadanos han comido un promedio 1000 calorías cada uno.

Cuidado con la trampa del consenso: En el consenso que pretendan sacar a presión entre Alvarito Noboa y Gilmar Gutiérrez, por una parte, y dos asambleístas criollos cualquiera, por la otra, siempre saldrá perdiendo el país.-

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