miércoles, 21 de noviembre de 2007

ORGULLO GUAYAQUILEÑO

Quito, Oct. 3, 2007.-

Devuelve la esperanza la descomunal derrota de la derecha oligárquica y el populismo que torcieron la historia de una rebelde y combativa ciudad, Guayaquil, en cuyo suelo y con la participación activa de su pueblo, esa ciudad había escrito página épicas.

Luego de la gloriosa rebelión del 28 de Mayo de 1944, con la traición de Carlos Guevara Moreno y el predominio de Velasco Ibarra, olvidando todo el pasado de figuras señeras como Olmedo y Rocafuerte y su identificación con el liberalismo alfarista, Guayaquil se convirtiera en el asiento del más exacerbado populismo, primero el descamisado cefepista, padre del bucaramismo de Abdalá y de una pléyade de “enloquecidos por la sed de dinero” que abrieron el camino para que omnipotentes capitalistas instauraran la hegemonía de gerentes- propietarios de la ciudad, con tentáculos irradiados a los 4 confines, especialmente de la costa, con el populismo de saco y corbata, el populismo pelucón.

Siete décadas ha durado ese predominio, hasta que les llegó la contundente derrota que se proyecta hacia todos los rincones donde la noche del neoliberalismo se había entronizado con su ola de corrupción, utilizando a los pseudos partidos y movimientos políticos de clara tendencia derechista y populista e infiltrando a casi todas las organizaciones, por no decir a todas, para neutralizar cualquier germen o brote de conciencia revolucionaria auténtica, verdaderamente socialista, donde no quepan las dobleces, las piruetas ideológicas las inconsecuencias políticas.

¡Qué satisfacción para el pueblo llano ver y oír a los pelucones y sus voceros tratando de ocultar la mueca de amargura que les provoca la brutal paliza¡

Esa derecha reaccionaria y plutocrática, aferrada al mercantilismo, el mercado como patrón ideal de vida y el consumismo como práctica, ciertamente no tiene la más mínima intención de convivir en esta nueva era de cambio.

Veamos si es que Carlos Vera, Jorge Ortiz, Alfredo Pinargote, Emilio Palacio, Juan Fernando Salazar y tantos otros que personificaron la oposición, tienen la dignidad de admitir la derrota y en las páginas de El Universo, El Comercio, Hoy, Expreso asumen un equilibrio de objetividad y se allanan a la voluntad popular, que anhela terminar con los vicios que ellos preconizaron para hacer del Ecuador una hacienda con capataces y gamonales.

Como guayaquileño siento un verdadero y profundo orgullo porque mi pueblo, el del 5 de Junio, el del 15 de Noviembre, el del 28 de Mayo, haya recuperado la hidalguía y se convierta en suelo fértil para la fraternidad, la solidaridad, el idealismo, la combatividad por las causas nobles que por tantos años se escamotearon para desviarlas a un supuesto pragmatismo egoísta, individualista, inhumano.

Correa es el conductor de esta victoria y hacia su vehemente tarea enfilamos el reconocimiento de quienes nunca dejamos ni dejaremos de combatir contra los causantes de esas 7 décadas de distorsión del verdadero espíritu rebelde guayaquileño, hoy puesta a flote para tratar de construir una patria para los cholos “sacados a beta del manglar” y no sólo para los pelucones y sus mucamos.-

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